Un pozo consiste en una perforación o excavación vertical en la tierra, destinado a tener suficiente profundidad para llegar al objetivo que se desea, que suele ser agua subterránea o algún tipo de fluido. Su construcción y desarrollo se hace, en la mayoría de los casos, de forma cilíndrica y las paredes se aseguran con elementos como piedras, cemento, ladrillos o madera, para evitar que se deterioren o que se derrumben, originando un taponamiento del pozo.
Los pozos excavados por la fuerza del hombre, asegurando los huecos con paredes empedradas, ya quedaron en el olvido. Los pozos que se construyen en la actualidad deben de reunir una serie de requisitos técnicos que proporcionen eficiencia y durabilidad, por lo que su realización debe estar encomendada a profesionales especiales y cualificados en esta tarea, en la que se entrecruzan conceptos muy distintos pertenecientes a disciplinas complejas como la geología, la hidrología o la física.
Los pozos excavados por la fuerza del hombre, asegurando los huecos con paredes empedradas, ya quedaron en el olvido. Los pozos que se construyen en la actualidad deben de reunir una serie de requisitos técnicos que proporcionen eficiencia y durabilidad, por lo que su realización debe estar encomendada a profesionales especiales y cualificados en esta tarea, en la que se entrecruzan conceptos muy distintos pertenecientes a disciplinas complejas como la geología, la hidrología o la física.